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Sueños de papel: desde el ISS hasta las Voluntarias de Pediatría del Hospital Lucio Molas

Desde hace más de una década, DAFAS y el resto de los organismos que integran el Instituto de Seguridad Social trasladan periódicamente a la “Papelera Toay” el papel descartado en estas instituciones, que es destinado a las Voluntarias de Pediatría del Hospital Lucio Molas. Al frente de ese emprendimiento que cumplió 36 años de funcionamiento, se encuentra Carlos Soria quien accedió amablemente a explicarnos cómo funciona el circuito que hace el papel reciclado desde nuestras oficinas, hasta convertirse en recursos económicos que la ONG utiliza para solventar la compra de equipamiento y otros elementos que vuelven más amena la estadía de niñas y niños internados en el Hospital René Favaloro.

Carlos es un artífice primordial en el proceso de reciclado del papel del programa de Responsabilidad Social de DAFAS. Nos cuenta que es “un amante de la naturaleza”, que estudió la desforestación y un grupo de amigos lo guio a iniciar la actividad. “Empecé a reciclar el papel que es la base de la destrucción de las plantas. Primero lo hice como un trabajo y después como un gusto. Reciclar papel para mi es un gusto”.

“Hace 14 años empezamos con las Voluntarias de Pediatría a hacer esto por los niños. Del (valor del) papel que traen organizaciones de la provincia, el 60 o 70% vuelve (a la ONG), a mejorar la situación de los chicos que están internados en el hospital”.

Nos explicó además que en el galpón ubicado en la calle Urquiza 760 de Toay, “se recibe, se clasifica y se envía a las papeleras que son las que elaboran distintos derivados del reciclado de papel, como papel higiénico o rollos de cocina. También se recupera cartón que vuelve a convertirse en cartón. Yo trabajo con dos de las recicladoras más grandes del país”.

UNA ACTIVIDAD QUE BENEFICIA A MUCHAS PERSONAS

Carlos defiende la labor de los recicladores de papel, una tarea que hoy enfrenta un panorama incierto si se concreta la importación de papel de otros países por menor costo. “Luchamos porque se privilegie lo local, lo autóctono. Esta actividad da de vivir a mucha gente directa o indirectamente, desde el transportista que tiene que llevar el papel hasta los chicos que juntan en la calle”.

En la papelera el papel es clasificado y pesado (ese dato es registrado e informado a las Voluntarias); luego el papel es vendido y del total obtenido, la ONG cobra del 60 al 70%.

Carlos nos explica cómo detrás de la actividad se organizó el trabajo de toda una familia, hasta la actualidad que el emprendimiento pasó a manos de sus nietos. “Haber iniciado una papelera llevó mucho sacrificio. Acá funcionaba hace mucho tiempo la fábrica de papel higiénico “El toayense” y “El mangrullo”, con el papel que venía se hacía papel higiénico que se vendía en toda La Pampa, sur de Buenos Aires y parte de Mendoza. Después lo de las máquinas se dejó y seguimos con el reciclado”.

RECICLAR PARA SALVAR LA NATURALEZA

Carlos es un convencido sobre el impacto positivo que tiene la tarea en la protección del medio ambiente. “Es muy importante, reciclar papel salva la naturaleza. Cada 30 o 45 días, enviamos entre 15 y 20 mil kilos de papel blanco solamente. Además, cada 60 días se envían 20 mil kilos de cartón. Y eso que hay mucha gente que aún no entiende que es el reciclado y mucho papel o cartón se sigue quemando o desperdiciando”.

Carlos concluye valorando su papel en ese proceso de recuperación: “estamos haciendo un trabajo de hormiga que creo que el día de mañana no sé si podré ver (los frutos) y que evita la destrucción de árboles. Muchas gracias a DAFAS y a la provincia por confiar en nosotros”.

PAPEL QUE POSIBILITA SUEÑOS

Mirta Gemignani, integrante de la organización Voluntarias de Pediatría del Hospital Lucio Molas, nos detalló que gracias a la venta de este papel pueden solventar la adquisición de equipamiento y otros elementos que vuelven más amena la estadía de niñas y niños internados en el Hospital René Favaloro.

Estos recursos económicos les han permitido comprar por ejemplo reposeras, juguetes, mobiliario y hasta televisores para cada una de las habitaciones.

La voluntaria nos confirmó que recientemente y luego de que se trasladara el servicio al nuevo hospital René Favaloro, compraron 9 TV Smart para equipar las instalaciones de Pediatría.

Además periódicamente invierten en insumos de esparcimiento como sonajeros, rompecabezas, juegos de mesa, juegos musicales, algunas prendas de vestir, además de acompañar a las y los niños internados en distintas fechas como Navidad, Día de las Infancias y Pascuas, entre otras.

Recientemente ayudaron a adecuar los nuevos consultorios externos que funcionan en el antiguo sector de pediatría del hospital Lucio Molas, por ejemplo con la compra de cortinas y el ploteo de vidrios y paredes.

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